Como ya te he comentado en alguna ocasión, las etiquetas son nefastas.
Poner un adjetivo ya sea positivo o negativo a los hijos, marca su personalidad. Y además, me atreveré a decirte que para siempre.
Puede que los padres lo hagan sin maldad, sin ser conscientes de lo que esto conlleva, de la huella que deja, del peso que tiene…
Si durante toda tu infancia te catalogan como la “tímida” de la casa: eso integrarás. Con 7 años no te atreverás a hablar en clase cuando la maestra haga una pregunta, con 12 no querrás participar en la obra de teatro del colegio, con 16 no te aventurarás a hablar al chico o chica que te gusta, con 20 hiperventilas si te toca exponer un trabajo en la universidad, a los 28 no consigues pasar esa entrevista laboral debido a los nervios que te provoca, y a los 34 estás en el psicólogo intentando superar todo esto que ha definido tu personalidad y tu vida. ¡Y encima tus padres seguirán llamándote “la tímida”!.
Puede que pienses, ¡jo, qué exagerada es Tania!. Pero será, claramente, una forma de no mirar de frente a la realidad. Porque cuando etiquetamos, marcamos un camino, y aunque etiquetemos diciendo ” es la más lista de la casa”, también estamos haciendo daño, porque nunca se permitirá a sí misma equivocarse ni fallar, cuando en la vida real todos nos equivocamos y fallamos…
– La vida está para vivirla de manera bonita e intensa junto a nuestros hijos, no la malgastes diciéndoles esta serie de palabras sin fundamento –
Quiero hablarte hoy, siguiendo esta línea, de 7 palabras que debes prohibirte decir a tus hij@s porque etiquetan y causan consecuencias negativas en sus vidas ( recuerda que suelo hablar en masculino porque pienso en mi hijo mientras escribo, pero siempre me refiero tanto a hijos como a hijas):
- Pesado: ¿ alguna vez le has dicho esto a tus hijos?. Yo lo escucho a todas horas y en todas partes ( en el parque, en el supermercado, en la puerta de los colegios, en la playa…). Parece que decirle a un hijo cosas como: ” eres un pesado”, ” deja de gritar, pesado”, ” ¿ qué quieres ahora?, qué pesadito estás hoy, ¿eh?”…es tan natural como el comer. Y la verdad es que NO. Catalogar a un hijo como pesado es horroroso. Le haces sentir mal, tremendamente mal, y además, le estás ayudando a sentirse poco valorado, poco respetado y poco querido; con esa sensación de que “nadie me hace caso”, ” para nadie soy importante”. La realidad que se esconde detrás de llamarle a un hijo pesado, es el poco control que tienes sobre tus emociones. Porque los nervios que tú pierdes al escucharle decir por cuarta vez “¿cuándo vamos a llegar?”, son sólo tuyos y ellos no tienen por qué cargar con tu descontrol. Recuerda respirar y pensar antes de hablar y soltar cosas que luego jueguen un papel importante en sus vidas.
- Maleducada: primero de todo me gustaría preguntarte ¿ qué significa para ti un niño/a bien educado?. ¿Aquél que se come todo sin rechistar?, ¿ la que se lava los dientes sin que ni siquiera se lo digan?, ¿ el que saca buenas notas?, o ¿ la que no habla mientras los “mayores” lo hacen?. Si catalogas a tus hijos como “maleducados” porque no se comportan como a ti te gustaría que se comportaran…vas por el rumbo equivocado. Ser maleducado , tal y como indica su definición, es precisamente eso: faltar el respeto. Y clasificar a tus hijos es faltárselo continuamente. Reflexiona sobre qué es lo que quieres que sean tus hijos ¿sumisos o felices?. Ayuda a tus hijos a tener sus propias motivaciones y gustos, a buscar aquello que les apasiona sin juzgarles ni marcarles, respetándose a sí mismos y a los demás. Y te aseguro que, catalogándoles de maleducados no lo consigues.
- Caprichoso: parece ser que cuando alguien lucha por lo que quiere, es un caprichoso. ¿ Qué incongruencia con el punto anterior, verdad?. Queremos a hijos que luchen por sus sueños, pero si piden aquello que quieren, entonces ya son caprichosos…Es normal que los niños quieran cosas de niños, es normal que lloren o se pongan tristes o enfadados si no consiguen sus objetivos, todos nos sentimos frustrados en momentos similares. Lo importante es, lógicamente ,la manera que tengamos como padres de acompañar esta frustración, esta emoción. Así que cuando tu hijo/a quiera algo que no puedes darle, o no puede tener por los motivos que sea ( deben ser al menos, coherentes), en vez de llamarle caprichoso, acompaña sus emociones y sus malestares.
- Mimada: este adjetivo es de los que más pena me da. Parece ser que alguien “mimado” es alguien que ha recibido mimos en exceso. Me da pena porque hace que los mimos, los de verdad, los que todos necesitamos, queden anulados y catalogados como malos o contraproducentes. A los hijos hay que ofrecerles mimos siempre, para crear un vínculo sano entre vosotros, así como para fomentar en ellos una buena autoestima. No hay que confundir nunca el “libertinaje” ( dejar que los niños hagan lo que crean sin un acompañamiento por parte de sus progenitores y tengan todo lo que pidan sin unos límites respetuosos para su buena salud física y emocional), con los mimos. Hay que saber encontrar el equilibrio con los hijos, un equilibrio beneficioso para todos, pero ante todo, para ellos. Ahora bien, no niegues tus mimos a quienes más quieres, son necesarios. Y si se los das ¡no se lo eches en cara!.
- Llorón: todos sabemos que la primera herramienta de comunicación que tienen nuestros hijos, es, precisamente, el llanto. Más tarde, pueden comunicarse mediante el lenguaje y de más, pero el llanto sigue siendo un gran aliado. De hecho, llorar es necesario, sano, normal y natural. ¿ Por qué ese empeño en marcar a alguien que necesita expresarse de este modo?. Si etiquetamos a nuestros hijos como llorones, integrarán que llorar es erróneo, incorrecto, mal visto…luego no te quejes cuando tengan serios problemas con sus emociones y la expresión de las mismas. Si tu hijo/a llora, interésate por su motivo, préstale escucha y atención, ofrécele mimos y abrazos, conoce sus intereses y ponle tu hombro para que llore cómodo, eso es todo lo que necesita. No le juzgues por llorar, ni mucho menos le coloques el “cartel” por hacerlo.
- Vaga: esta manera de encasillar a los hijos me enfada soberanamente. ¿ Vagos exactamente por qué?. Otra vez volvemos al punto dos: porque no hacen lo que tú quieres que hagan cuando tú deseas. Se les suele llamar vagos porque no ayudan a poner la mesa, a hacer su cama, recoger el lavavajillas, hacer los deberes, ayudar a tender, ordenar la habitación, estudiar…Primeramente comentarte que los hijos son niños, con derecho a vivir la vida como niños, con tiempo para jugar, divertirse, descansar e incluso para aburrirse. No son “robots” ni esclavos que tengan que estar a merced de sus padres en todo momento y si no les apetece realizar esa rutina en ese momento concreto, ser juzgados y machacados. Hay muchas familias que no entienden que hay un tiempo para todo, y la infancia no está para llenarla de cosas de “adultos”, la infancia está para llenarla de vida, de juegos, de aprendizajes vivos, de amor y de respeto. Todo el mundo aprende a hacer la cama, y si agobias llamando “vaga o vago” a tus hijos; obligándoles a hacer la cama todos los días y con malas maneras, lo único que conseguirás es que aborrezcan el tener que hacer la cama, así como tus maneras.
- Malo: etiqueta por excelencia hacia los niños. Está tan integrado en la sociedad que hasta cuando una madre acaba de dar a luz a su primer hijo/a y le preguntan qué tal, ella responde: ” bien, duerme genial, es muy bueno” o ” no duerme nada, me ha salido malo el niño” ( todo con una sonrisa sí, pero etiquetando). ¿ Qué es ser un niño malo?. Para mi una persona mala es aquella que maltrata física y psicológicamente, castiga, viola, mata…No es malo ningún niño/a, ninguno. Así que no catalogues a la ligera, párate a pensar en las grandes diferencias entre tus hijos y las personas malas de verdad y lo que puedes provocar, entonces, en su autoestima.
Esta selección es sólo un aperitivo de las palabras prohibidas hacia los niñ@s. Pero creo que el proponerte no decírselas y guiar a las personas de tu entorno a que tampoco lo hagan, es una buena manera de comenzar, marcándote pequeñas metas y consiguiendo poco a poco objetivos.
Todo lo que hacemos y/o decimos, tiene unas consecuencias en la vida de nuestros hijos, debemos trabajar para que todas, repito todas, sean buenas. Incluso en aquellos momentos emocionalmente intensos, en los que tenemos que superar adversidades.
No te olvides de poner en práctica lo que has aprendido en este artículo 🙂 Y por favor, si te resulta interesante, compártelo para que llegue a más familias.
Abrazos y GRACIAS:
Fundadora de Edurespeta, Escritora, Especialista en Educación basada en el respeto, la empatía, el acompañamiento emocional®, el amor, la lógica y la evidencia científica, creadora de la Educación Real®, Educadora y Formadora de familias y profesionales.
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Verónica dice
Muchas gracias.
Como siempre me son de mucha utilidad todos sus artículos.
Carmen dice
Hola, tengo una duda Tania. En el punto 3 cuando dices “acompañar su frustración y malestares” a qué acciones concretas te refieres?
Muchas gracias
Mayra dice
Me a encantado tengo un niño preadolescente y esto me ayuda a comprender cono lo hieren mis palabras. Muchas gracias de corazón.
Susana dice
Hola Tania y que hacemos cuando son las profesoras las que etiquetan colocan adjetivos a los niños como si se tratase de cualquier cosa
Tamara dice
Hay cosas que están tan normalizadas… A mí me preguntan mucho eso de “¿es buena?”, y yo digo que sí; pero en realidad eso es una simpleza… Es un bebé y es así o asaú pero “bueno” o “malo”, es una simplificación que puede ser dañina. Lo que pasa que a veces vamos automatizados y ni lo pensamos… Es un poco lo que pasa con el machismo en el lenguaje… Las palabras importan, y las etiquetas, no cabe duda, marcan.
¡Gracias Tania! Te leo mucho.