Meter miedo, asustar y atemorizar a los hijos, tiene consecuencias negativas: físicas y psicológicas

Todavía no nos damos cuenta de cómo nuestras palabras calan hondo en nuestros hijos y como éstas les acompañan en la creación de su propia personalidad.

Me gusta definir las palabras de los padres como “los ladrillos” de la futura “casa” de los hijos. Es decir, los cimientos de nuestros hijos: su verdad, su carácter, su ser, sus sentimientos, sus emociones…ellos, van creciendo día a día, siempre acompañados de nosotros y de nuestras palabras.

Hoy quiero hablarte de algo que sigue estando muy integrado en la educación y en las relaciones familiares y que NO es bueno para nuestros hijos, aunque hayan personas a las que incluso les parezca cómico o gracioso. Me refiero al hecho de “asustar“, “meter miedo” y/o atemorizar.

Las palabras de los padres son los cimientos de la personalidad de los hijos

Sí, asustar a nuestros hijos, meterles miedo en el cuerpo y generar el estrés sigue estando de “moda” y tendríamos que ponernos manos a la obra para parar esta costumbre.

Te pongo algunos ejemplos REALES en los que los padres o maestros han asustado a sus hijos o alumnos, sin pensar realmente en lo que estaban haciendo y en las consecuencias que estaban causando en los mismos:

• Tenemos que irnos YA del centro comercial, que cierran y nos quedamos encerrados toda la noche: el niño se puso a llorar agarrado a su padre del cuello, pensando en que iban a cerrar y se iban a quedar dentro sin poder volver al confort de su hogar. Pero vamos a ver, qué locura, hacer creer a un niño que se va a quedar ahí dentro ( aunque sea con sus padres), lo que a nosotros puede resultarnos divertido porque sabemos que es imposible, para ellos es realmente un miedo atroz a que ocurra. Debemos recordar que son niños, piensan y sienten como niños, por lo tanto, tenemos que hacer el ejercicio de ponernos en su lugar y pensar en si es tan necesario hacerles pasar por un miedo así o si podemos dialogar y explicar las cosas como son en realidad.
• Hay que irse del parque…¡qué viene la policía!: esto lo he oído en muchísimas ocasiones en los parques. Los niños se aferran a las manos de sus padres y miran hacia atrás con paso rápido, realmente muertos de miedo de que el policía o la policía venga y se lo lleve a la cárcel. No entendemos que lo que les decimos, se lo creen, que piensan que nosotros no les mentimos, confían en ello. Y si les decimos que se los lleva la policía si no se van ya del parque, es que sienten realmente que eso va a pasar. En uno de mis talleres presenciales, un padre contó como cuando era pequeño, su hermana y su madre le decían cada tarde, que se comiera el bocadillo rápido porque si no, venía la guardia civil a llevarle. Nos explicó la angustia auténtica que experimentaba, las noches que pasaba sin dormir con el miedo en su mente y los problemas que era consciente que aún acarreaba por el tema…Es impresionante. Y si miras más allá de todo esto, ¿no se supone qué la policía es buena?, ¿ no cogen sólo a “los malos”?, ah claro, que es esa la realidad que se esconde detrás de todo esto: ” a los niños malos, se los lleva la policía”. Mucho más fácil y lógico sería decir que ya hay que irse del parque porque tenemos que ir a la ducha o a comprar o a hacer la cena, etc. Y si tu hijo se enfada, entonces acompañar este enfado, no motivarle a irse por miedo.
• Como no hagas los deberes de mi asignatura, vas a acabar de basurero, recogiendo porquería y tirado en la calle por las noches: varias cuestiones observamos aquí, pero primero diré que ser basurero no es ningún oficio desconsiderado, todos los oficios deben ser respetados y eso no es lo que se infunde en esta frase. Segundo, vaya manera de trabajar la materia con los alumnos, metiéndoles miedo ya proyectado en su edad adulta, para que se vean como “pobres” tirados en la calle, en vez de inculcar motivación, ganas de vivir y de salir adelante queriendo ser lo que quieran ser, sin menospreciar a nada ni a nadie.
• No vayas al pasillo, que por ahí está el “coco” y no pueden pasar los niños: puf ¿en realidad hay que hacerles pensar a los niños que hay un monstruo malo y feo,  que se come a los niños o se los lleva?, ¿pero es que no pensamos en lo malicioso que es este tema y el daño que podemos generar a una mente en creación?, ¿a una persona de la que su protección y bienestar depende de nosotros?. Quizás lo que tenemos que adaptar es este pasillo a un niño pequeño y poner esas cosas que no queremos que toquen en otro sitio. O si, simplemente, no queremos levantarnos e ir detrás de él por el pasillo, pues oye, levantémonos y vayamos a jugar donde él quiera.
• Como no acabes la ficha, serás el último de la clase: aquí esta maestra fomentó primero las diferencias entre miembros de su aula ( cuando deberían ser todos iguales) y encima incitó el miedo de su alumno, el que seguramente acabará creyéndose el último de la clase. En vez de esto, deberíamos motivar a nuestro alumno o lo que es mejor, acabar junto a él la ficha o si no podemos porque son muchos, dejar esa ficha para otro día.
• Como no te duches, se te va a caer la piel a trozos: todos los niños pasan por épocas en las que no les apetece ducharse, ya que prefieren emplear su tiempo en cosas más productivas para ellos como el jugar, por ejemplo. Pero no por ello debemos asustarles, haciéndoles creer que se les va a caer la piel. ¡Pero madre mía!, ni en mi peor pesadilla puedo imaginarme cayéndoseme la piel a trozos, qué horror. ¿No es mejor explicarle tranquilamente los beneficios del baño y decirle de manera amable y pausada que jugamos un ratito más y vamos al baño?.

Tener miedo, es una respuesta del ser humano hacia la supervivencia, una adaptación al medio en el que nos encontramos. Cuando estamos asustados, experimentamos una serie de sensaciones incómodas y desagradables provocadas por el peligro que nos acecha. Deberíamos enseñar a nuestros hijos a qué se tiene que temer y a lo que no, sin integrar cosas irreales o ficticias que hagan que luego no sepan reconocer el miedo real y/o que teman por todo.

Alimentar el miedo, asustar o atemorizar a tu hijo no solo no sirve para nada sino que le aporta una serie de consecuencias negativas a nivel físico y psicológico:

1. Físico: generando este miedo, potenciamos el estrés y hacemos que nuestro hijo eleve sus niveles de cortisol. Por lo tanto, su cerebro no se desarrolla óptimamente y pueden experimentar: problemas de concentración, tensión elevada, dolores de estómago, defensas bajas, etc.
2. Psicológico: estamos haciendo que integren el miedo como algo común en sus vidas, fomentando la sumisión, la baja autoestima, la desconfianza y un incorrecto autoconocimiento.

No hay que llegar a atemorizar a nuestros hijos muchas veces para hacer que generen más cortisol y estén estresados y asustados; con una sola vez ya experimentan este tipo de cambio físico. Lógicamente, para que su cerebro tenga un desarrollo diferente y no lo haga de manera correcta por experimentar altos niveles de cortisol, comúnmente, tiene que estar el niño expuesto a situaciones similares de manera casi diaria o semanal. Pero no por ello debemos relajarnos y utilizar estas maneras, pensando que si no abusamos o no lo llevamos al extremo no pasará nada, al contrario, seguimos fomentando un incorrecto autoconocimiento, una baja autoestima y el miedo como algo común en su vida, no como una emoción y un sentimiento más, que hay que saber conocer, reconocer y gestionar.

Muchas familias y profesores me afirman que reflexionando sobre el uso de estas técnicas, se dan cuenta que son promovidas básicamente por el no tener que pasar “un mal rato” con el niño o no saber “gestionar-acompañar” a sus hijos durante una “rabieta” o un momento emocional intenso en el que hay que utilizar la coherencia y la serenidad.

Entiendo que a veces te sientas perdida/o, agotada/o, estresada/o con tus propias preocupaciones y que cometer errores  es normal, además de que nos ayuda a avanzar y a mejorar. Pero sobre todo, ten claro que el uso del miedo como herramienta para educar a tus hijos es una equivocación y que debes aprender del error e ir mejorando día a día para tener una comunicación realista, fluida y cálida con tus hijos o alumnos, basada en el respeto, la confianza y el equilibrio emocional.

Un abrazo y GRACIAS por la gran confianza que depositas en Edurespeta.

Fundadora de Edurespeta – Experta en Educación Respetuosa  – Asesora Familiar – Escritora

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