De todas las miles de madres y padres que he conocido a lo largo de mi vida, jamás he conocido a nadie que me dijera que no ama a sus hijos e hijas. El amor es lo que realmente nos une a todos los padres, unos podemos chillar más otros menos, unos pasar más tiempo con nuestros hijos, otros menos, unos perder los nervios comúnmente, otros no tanto, pero tenemos en común que queremos a nuestros hijos e hijas más que a nuestras propias vidas.
En realidad el amor es lo que nos une como seres humanos, al igual que las emociones, por más que intentemos zafarnos de ellas, somos seres emocionales. Nuestro cerebro está formado por ellas y por la razón, y nos movemos por lo que sentimos aunque luego lo pasemos por el filtro de la razón y tomemos unas decisiones u otras; las emociones suelen mandar o en su defecto, siempre están.
No obstante, el amor no es suficiente. No basta con sentir amor, hay que demostrarlo, y nuestros hijos e hijas en crecimiento y desarrollo cerebral (también en la adolescencia, un periodo crucial) necesitan que se lo demostremos diariamente.
Como ya te he comentado otras veces, demostrar amor no es alegrarnos cuando consiguen lo que creemos que deben conseguir, felicitarles cuando sacan buenas notas o hacen la cama, y aplaudirles si dejan de sentir celos de sus hermanos/as… demostrar amor es precisamente esforzarnos cada día en no centrarnos en todas estas cosas que al fin y al cabo se consiguen recibiendo un buen ejemplo, con unos padres pacientes, coherentes y que entienden tus etapas; y centrarnos más en lo importante, en la conexión.
Una de las cosas que te ayudará a conectar con ellos y ellas es precisamente el ser amable y cariñoso cuando te comuniques y trates con ellos.
Practica el ser cariñoso/a en momentos tales:
Cuando tus hijos e hijas tengan un momento emocional intenso, te necesitan coherente, en calma y demostrando cariño, no juicios.
Sin hacer críticas ni juicios sobre su manera de hacer las cosas, nos gusten más o menos, guiándoles por el camino correcto sin atacar a su persona, ni tan siquiera sutilmente, con cariño y generosidad.
Vigilando tus reacciones, sabiendo poner freno a tu ira y rabia y transformar todo esto en cariño, en poder comunicarte sin ello ya que no es una emoción que necesites ya que sirve para sobrevivir y en las situaciones con nuestros hijos e hijas no es el caso.
Saber decirles que sí o que no en función de las necesidades reales de los hijos e hijas, no fijándonos en nuestra necesidad adulta.
Para poder ser cariñosos, debemos ser cariñosos con nosotros mismos, aprendernos a mimar y a querer a pesar de los errores y dificultades y a mostrar este camino de amor propio a los que más amamos.
Ser cariñosa/o te hará vivir la vida de otro modo y el impacto que esta forma de comunicarte con tus hijos e hijas generará en sus vidas es increíble.
No temas al cariño, dar cariño no es malo, incluso en aquellos momentos en los que pensamos que han hecho algo incorrecto, solo aprenderán que lo es si son tratados con cariño y respeto, como personas al fin y el acabo.
Recuerda esta cita que escribí que dice: “Así como educas, eres, así como educas, ellos serán”.