Ya de por si, la palabra adolescente, suena mal. Sí, la mayoría de familias con las que trabajo, se ponen muy nerviosas cuando sus hijos van alcanzando la edad “peligrosa”.
Bien, esta es otra de las cosas “heredadas” de la educación autoritaria y patriarcal. Las personas pasamos por un periodo en el que no somos ni niños, ni adultos, pero no por ello debemos ser los “raros” o los “incomprendidos” o que nuestros actos sean calificados y juzgados por el número de “hormonas” que tenemos en sangre.
Los adolescentes, son igual que cualquier persona que aún no es adulta, están en proceso de “crecimiento”, de “aprendizaje” y somos los padres los que debemos apoyarles y entenderles. Poco sentido tiene el criticar a nuestros hijos adolescentes y no ayudarles en su camino.
En vez de adolescentes, me gusta llamarles: ” niños mayores“, porque es lo que son, niños que se están haciendo mayores, que están creciendo, que su cuerpo empieza a cambiar, que están empezando a ver los resultados de su camino, y a configurar la pasarela hacia la vida adulta. Tenemos que estar con ellos, como siempre e incluso más, que sientan que somos su ejemplo, su apoyo incondicional y que queremos, como ellos, que sean felices y experimenten una bonita y responsable libertad.
Debes tener esto muy en cuenta para conectar con tu “niño mayor”:
- Conversación y escucha: tenemos que escuchar a nuestro hijo, no juzgarle, sino escucharle, que nos explique, que nos cuente, que se sienta comprendido. Una de las mejores maneras de aprender, es mediante la conversación,sí, conversar con nuestro hijo, explicarle lo que queremos que sepa, escucharnos mutuamente y dialogar.
- Confianza: todo lo que decimos o hacemos con nuestros hijos, tiene una consecuencia emocional en él, que se integra en su personalidad y en su modo de ver la vida y hacer las cosas. Por tanto, evitemos los juicios de valor, las críticas incesantes y practiquemos la confianza en ellos. Esto, junto con una buena escucha y una conversación equilibrada y sana, puede hacer mucho por él y por nosotros.
- Descubrir sus pasiones: es increíble como muchas familias no tienen ni idea de lo que les gusta a sus hijos, de su verdadera pasión. No aquello que nosotros les hemos impuesto o que nos gustaría que les gustase, sino aquello que quieren en realidad, lo que desean, lo que les gusta o les ilusiona hacer. Por ello, debemos aplicarnos en saber cuál es su pasión y sus verdaderos gustos.
- Periodos de libertad: es importante que nuestros hijos tengan temporadas en las que no hagan nada, que puedan conocerse a sí mismos, no hacer nada más que disfrutar de la vida y de las actividades que les apetezca realizar. Igual que nosotros ansiamos las vacaciones, ellos también, pero con la diferencia en que nosotros elegimos donde vamos a ir, las horas a las que nos levantamos o acostamos, lo que vamos a desayunar, el sitio por donde nos apetece salir, etc. Y ellos no. Por tanto, no tienen ese preciado tiempo para sí. Te aconsejo que se lo dejes tener y que lleves de la mano a la toma de decisiones conjunta y a la confianza en él.
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