PERDÓNATE
Nos han educado bajo el manto de la culpa, ese en el que parecía que la fuente de todos los problemas eras tú. Si tu madre se sentía decepcionada, triste o preocupada era por ti, por esas notas que traías o esos amigos con los que ibas… o si tu padre se sentía poco orgulloso era porque habías elegido los estudios que justo a él le parecían “una tontería”…
La culpa está presente en la sociedad y así nos han enseñado a educar, a cargar a nuestros hijos e hijas con nuestras emociones, sentimientos y sensaciones, como si ellos fueran los responsables y/o culpables de nuestro sentir.
Es tanta la culpa que tenemos adquirida, que cuando la sentimos nos invade. Es por ello que cuando educas y guías a tus hijas/os e intentas hacerlo con toda la calma y el respeto del mundo, pero cometes errores, gritas, pierdes los nervios, dices cosas de las que no te sientes orgullosa/o, etc. Después, la culpa te invade.
Es tanta la culpa que sientes que te machacas, te dices cosas feas, te las crees, te haces daño a ti misma/o… y esa culpa es la que luego te hace estar con la autoestima por los suelos y además, la que hace que cometas más errores, porque no te sientes bien, porque la culpa se adueña de ti.
La culpa nos hace creernos víctimas de las situaciones, es decir, nos culpabilizamos absolutamente de todo lo que a nuestro juicio, hacemos mal, nos hundimos y nos sentimos las peores madres y padres del mundo, pero luego nos quedamos anclados en la justificación de esta culpa, llegando así a estar en un círculo vicioso del que nunca somos capaces de salir. Cometemos errores + sentimos culpa + justificamos estos errores con más culpa + volvemos a cometer errores… nuestro cerebro nunca descansa ni se repara, y esto hace que nunca cojamos las riendas de nuestras vidas y digamos BASTA a la culpa, aceptando las situaciones tal y como son, y tal y como fueron, y siendo conscientes de qué hacer para modificar nuestro presente y nuestro futuro.
Hoy te pido que te perdones, que te llenes de calma y tranquilidad, que te pidas perdón por haberte hecho sufrir a ti misma/o por los errores cometidos, y sigas adelante en todos los aspectos de tu vida habiéndote perdonado y conectando, por tanto, con lo que ahora quieres para tu y para tus hijos e hijas.
Como siempre te digo debes amarte, y eso implica perdonarte.
El perdonarte a ti mismo/a, por cada error, por cada fallo, por cada pérdida de los nervios y por cada salida del camino, te ayudará a crecer como persona, a sentirte bien y a seguir avanzando con fuerza, tesón, ánimo y amor por ti mismo y por los demás.
No confundas perdonarte con justificarte, son cosas distintas. Aprende a perdonarte habiendo sido sincera/o con tu autoreflexión. Es decir, no busques excusas, has sido tú, tú has cometido ese fallo, pero así como ha venido se va, así como lo has cometido, aprendes a perdonarte.
Y después del perdón llega la paz, así como la conexión con los hijos e hijas desde la sinceridad y la madurez emocional.
Fundadora de Edurespeta, Educadora Experta en Educación Respetuosa, Asesora Familiar y Escritora.
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