Algo que preocupa mucho a los padres, o más bien, algo con lo que los padres suelen insistir mucho, es en que sus hijos pidan perdón. Si han dicho algo incorrecto a alguien, si se han enfadado con algún amigo, si se ríen de algo que a otro pueda ofender, etc. Siempre están los padres ahí, al acecho para que sus hijos de manera obligada, pidan perdón por ese hecho erróneo.
Suelo preguntarles a este tipo de padres: – ¿Cuántas veces les pedís perdón a vuestros hijos por algo que vosotros no habéis hecho correctamente?, y la verdad, se quedan paralizados, inclusive muchos dicen que les han pedido perdón un total de CERO veces.
No voy a negarte que el pedir perdón es importante, siempre nos gusta y reconforta que alguien que considera que se ha equivocado, nos pida perdón. Así como es importante inculcarles ese valor a nuestros hijos. Por lo tanto: ¿por qué nunca nosotros les pedimos perdón a ellos?.
Todos somos humanos, todos nos equivocamos. Aunque no debes confundir nunca el justificar una mala conducta ( por tu parte) con el pedir perdón cuando creas que has hecho algo mal. Quiero decir con esto, que a partir de ahora NO te dediques en todas tus equivocaciones a pedirles perdón y así pienses que ya está todo bien hecho, NO. Se trata de que ese error no se vuelva a cometer, pero las veces que te equivoques dirás: “perdóname“.
Pedir perdón a nuestros hijos les aporta, entre otras cosas:
- Seguridad y confianza
- Felicidad y reconforte
- Empatía y asertividad
- Integrar el perdón como herramienta personal
Como ejemplo de un episodio de “perdón” te cuento que, hace un par de semanas, mi hijo y mi pareja iban a salir a pasear mientras yo trabajaba. Uriel, quería llevarse unos 10 muñecos a la calle. Su padre, le dijo que no, que se llevara poquitos porque si no, van cargados y no pueden ir de la mano. Uriel le dijo que los guardarían en la mochila y que una vez en el parque, los sacarían. Decidió entonces cogerlos todos. Cuando esperaban el ascensor, mi pareja tenía la cara un poco seria y Uriel le preguntó: ¿- Papi, porqué tienes esa cara de enfadado? y su padre le dijo: – Uriel, es que te he explicado que no nos llevaríamos tantos juguetes a la calle y no me has hecho caso. Uriel contestó: – Ya papi, pero es que yo también te he explicado que sí me los quiero llevar y tú no me has hecho caso. Mi pareja, ante tal evidencia y empática situación, le pidió perdón y se fundieron en un caluroso abrazo. En este caso, él como padre, había fallado y debía reconocerlo y hacérselo saber a su hijo.
En esta anécdota, podríamos aprender muchas cosas, pero hoy nos centraremos en eso: en saber cuándo no lo hacemos bien y pedir perdón a nuestros hijos, en rectificar de las cosas mal hechas y en aprender del error.
Así que no insistas tanto en que tus hijos pidan perdón cada vez que se equivoquen y pídeselo más veces a ellos. Recuerda que eres su ejemplo, su modelo a seguir y sólo así, aprenderán la importancia del perdón.
No lo dudes y dile más veces a tu hijo/a: “Perdóname“.
Un abrazo y GRACIAS por la lectura:
Fundadora de Edurespeta – Educadora Experta en Educación Respetuosa – Asesora Familiar – Escritora
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