Tener hermanos es una de las cosas más bonitas que nos puede pasar en la vida. Pero no sólo eso, es que además los hermanos forman parte de nuestra vida de tal manera, que inciden positiva (o negativamente) en la creación de nuestra propia personalidad.
En las relaciones entre hermanos, el factor más importante es, precisamente, el acompañamiento que tengan por parte de sus padres. Es decir, nosotros como padres, debemos trabajar y esforzarnos por cuidar su relación, por empatizar con cada uno por igual y por no marcar diferencias entre ellos, sino adaptarnos a la personalidad y necesidades de cada uno.
Además, por supuesto, debemos educarlos por igual desde el respeto, el amor, la responsabilidad y las ganas de vivir.
En muchas ocasiones, los padres están muy ilusionados con la llegada de su segundo o tercer hijo, pero sin embargo, una vez todos juntos, no saben gestionar los conflictos entre hermanos y, constantemente, la poca gestión de las emociones adultas juega un papel muy importante: los padres se dejan llevar por la rabia,la ira, los nervios o el estrés que les genera una situación “complicada” entre sus hijos y no les ayudan a que el momento no vaya a más, sino que empeoran la situación.
Hoy he creído importante compartir 3 consejos para que ayudes a tus hijos a mejorar su relación, y que además, te servirán para ver las situaciones de “tensión” de otro modo:
- Los hermanos mayores no son niños mayores: en muchísimas familias, cuando llega el segundo hijo, el primero es catalogado como el “mayor”. Y esto es totalmente incorrecto. Primero porque ya le etiquetamos como algo que en realidad no es. A no ser que tu primer hijo sea ya un adolescente de 15 o 16 años y realmente sea un chaval “mayor”, no puedes ponerle la “marca” de mayor a un niño todavía pequeño. Las etiquetas, como sabes, tienen consecuencias totalmente negativas en los niños y en las personas en general, pero además, de manera inconsciente ( o no tanto), vas a exigirle una comprensión y una autonomía “al mayor”que en realidad, no puede ni debe tener. Por mucho que tu primer hijo tenga 7 años y tu segunda hija tenga 4, no significa que el primero tenga que dominar la comunicación a la perfección, ser autónomo al 100 por 100, no pedir atenciones, dormir solo, no enfadarse, etc. Porque el primero necesita atenciones y acompañamiento igual que su hermana, es injusto e ilógico convertir en “mayor” a alguien que sigue siendo pequeño y te sigue necesitando. Debes mirar a tus hijos por igual y dejar de integrar estas etiquetas que os hacen daño a todos.
- No hacer comparaciones: “las comparaciones son odiosas“, un dicho muy popular pero que pocas familias tienen en cuenta. Comparar a los hijos les hace daño, un dolor emocional que luego cuesta mucho de gestionar, y debes dejar de hacerlo. Si comparas, no vas por el buen camino. Para ponerte en el lugar de tus hijos, tan sólo tienes que hacer una “regresión” y acordarte de cuando tus padres te comparaban con tus hermanos ( si los tienes) y valorar si era agradable para ti o no. Quizás si tú eras el que “ganabas” en la comparación te sentías lleno de orgullo, pero…¿ y si no?. Eso de: “mira tu hermana que rápido hace los deberes y tú hija, eres más lenta que el caballo del malo” , ” cuando tu hermano tenía tu edad se comía toda la comida, y sin embargo tú, no comes nada, ¡me tienes desesperado!”, ” de verdad, ya podrías ser como tu hermana, que le encantaba la ducha. No como a ti, que eres un cochino.”, no es sólo erróneo, sino que además es despiadado. De esta manera, no sólo les hacemos sentir mal, sino que llegará un momento en el que van a hacer las cosas pensando en cómo las harían sus hermanos y lo que pensarían sus padres, cerrando así el paso a su propia personalidad. Dejar de comparar suele ser difícil para los padres, una vez empiezan a trabajarlo y enfocarse en ello, se dan cuenta de que es algo que hacen continuamente y deben esforzarse para cambiar y dejar de hacerlo. Dejar las comparaciones atrás, no sólo no es imposible, sino que es “obligatorio” si queremos que la relación entre nuestros hijos sea positiva, integren cariño mutuo entre sí, se respeten en todo momento…y también, si queremos mejorar como familia así como nuestra manera de educar.
- Escuchar a todos en todas las situaciones: es muy común en los conflictos entre hermanos que los padres sólo escuchen “al que llora”. Por ejemplo, tus dos hijos se están “peleando” por un juguete o por el canal de televisión, uno de ellos se dirige a vosotros llorando diciéndoos que su hermano le ha pegado. Vosotros, tendéis a decir: ” pero ¿ qué ha pasado?, ¿ qué te ha hecho ya tu hermano?”. Y luego vais a la habitación donde está el que ha pegado, le reñís y os enfadáis con él. Tienes que empezar a integrar que en las relaciones entre tus hijos, es muy importante atender a todas las partes. Hablar serenamente con ellos y practicar la escucha activa con todos, no sólo con el que pensamos que es la víctima. Porque detrás de cada situación hay un porqué, un motivo; algo que quizás a ti te parece irrelevante pero que ha marcado un punto de inflexión en el conflicto. Todos nuestros hijos deben sentir que se les tiene en cuenta, que sus emociones son importantes (aunque en ese momento parezcan negativas) y que sus motivos se entienden sea cual sea el desenlace de la situación. Cuando escuchamos activamente a nuestros hijos, sin etiquetas, sin juicios, sin comparaciones, sin gritos, sin enfados…simplemente estando: serenos, responsables, atentos, amables…la vida familiar cambia, y lo hace para bien.
No podemos pretender que la relación entre nuestros hijos mejore, si nosotros como padres no nos esforzamos en mejorar con ahínco y ganas.
Recuerda que la relación que tengas con tus hijos y las que ellos tengan entre sí, tiene como una de sus principales bases: el ejemplo. Si tu gestionas los conflictos entre ellos gritando, riñendo, poniéndote nerviosa/o, comparando, castigando, etiquetando…esto es lo que están integrando como manera correcta de gestionar los conflictos y de relacionarse.
Sin embargo, si lo haces empatizando, reflexionando, atendiendo a todas las partes por igual, comprendiendo sus motivos aunque no los compartas, respetando, con voz serena, ofreciendo atención y paciencia…esta será la manera que tendrán ellos de resolver los conflictos entre hermanos y en el colegio, en el parque, con el equipo de baloncesto, etc. Así como de relacionarse en casa y fuera de ella.
Todo lo que sembramos: recogemos. Y el respeto no es menos
Espero que te hayan gustado estos 3 consejos, sé que se quedan cortos ya que hay muchísimas herramientas para mejorar. Pero la verdad es que hay que ir integrándolas poco a poco, sin prisa pero sin pausa.
Un abrazo
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Fundadora de Edurespeta, Escritora, Especialista en Educación basada en el respeto, la empatía, el acompañamiento, la lógica y la evidencia científica, creadora de la Educación Real®, Educadora, y Asesora – Formadora de familias y profesionales
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Mariluz dice
Gracias
Ruth dice
Me ha encantado…pero me gustaría que pusieses un ejemplo de cómo dirigirnos a ellos tras un conflicto…del mismo modo que el ejemplo de lo que se suele hacer…muchas gracias