Coherencia, esa gran compañera de viaje que debiéramos tener todos los seres humanos; entendiendo ésta como la actitud lógica que adoptamos según nuestros principios.
Pues bien, parece que nosotros, los padres, intentamos ser coherentes en todo lo que hacemos en los diferentes ámbitos de nuestra vida: pareja, amistades, trabajo, familia….Pero se nos olvida mantenerla con nuestros hijos en muchísimas ocasiones, y lo que es peor, les exigimos a ellos que la tengan. Algo un poco contradictorio si lo meditas, ¿o podríamos llamarlo incoherente?.
Si queremos que nuestros hijos sean coherentes y mantengan actitudes correctas y lógicas para con nosotros y para con ellos mismos, debemos predicar con el ejemplo y ser coherentes con aquello que les pedimos para así fomentar en ellos estas actitudes y no confundirles.
Si les pedimos a ellos que hagan cosas que nosotros no hacemos, o por el contrario no les dejamos que realicen algo que nosotros sí hacemos; sólo fomentamos la incoherencia, las mentiras, la ira y la inexistencia del sentido común.
Te traigo un listado de actitudes incoherentes que suelen darse en el día a día familiar y que tenemos que erradicar y llevar hacia el otro lado, el coherente:
- Nos enfadamos, les gritamos, les castigamos, etc. Si descubrimos que empiezan a fumar en la adolescencia. Y sorprendentemente, llevamos fumando en casa toda su vida, y es lo que han vivido desde pequeños. Si no queremos que fumen, no fumemos, no generemos ese hábito dentro del núcleo familiar. Y si no podemos dejar de fumar ( ¡intentadlo!), pues podemos crear pautas en casa y que no nos vean constantemente fumando.
- No queremos que peguen. Nos enfadamos mucho si por ejemplo, nos llaman del colegio comentándonos que nuestro hijo ha pegado a algún compañero o también, si en casa ha habido una pelea entre hermanos. Nos olvidamos que uno de nuestros recursos es utilizar la violencia contra ellos para dejar clara nuestra autoridad o para castigarles por algo mal hecho. Les damos un cachete o una “torta” y luego nos extraña que ellos peguen para demostrar su enfado. Para que no peguen, NO peguemos.
- No toleramos los gritos. La mayoría de familias pide a sus hijos que no les griten, dándoles un grito. Más o menos así: “Te he dicho que no me grites Juanito”( todo esto con un grito desmesurado). Para que nuestros hijos no griten, dejémosles de gritar. Hablaremos más profundamente de los gritos y de lo que producen en las personas, desde luego que nada bueno. Hay que prescindir de ellos cuanto antes.
- No aceptamos que “piquen algo” antes de comer. Es gracioso como estalla la guerra en muchas familias a la hora de comer porque los niños piden unas patatas o alguna cosilla que tengamos por ahí para ir haciendo estómago antes de comer. No nos damos cuenta de que se lo negamos mientras hacemos la comida con la boca llena ( saboreando esas chips que tanto quieren ellos). Ante esto hay dos opciones: o no picar nosotros o picar todos algo sano ( en mi casa utilizamos una zanahoria), pero claro, no dejar que picoteen algo antes de comer y hacerlo nosotros, ¡es inviable!
- Eso de elegir su ropa…¡ni hablar!. Es tan fácil como dejar que ellos eligan su propia ropa, que se vistan con aquello que les apetezca. Podemos guiarles un poco, sin hacer juicios de valor, por si van demasiado abrigados o no para la época; pero en general, hay que dejar que se vistan como deseen. Nosotros lo hacemos, nos sentimos libres para ello y sin embargo no dejamos a nuestros hijos que lo hagan. La ropa es una de las señas de identidad que poseemos las personas, permitámosles conocer sus propios gustos.
Hay veces en las que la incoherencia en sí no tiene mucho sentido y que directamente no deberíamos “prohibirles” dicha actitud, simplemente ser menos rígidos y más abiertos a situaciones distintas y a otra manera de hacer las cosas. Y otras veces, en las que bajo ningún concepto queremos dejar de hacerlo a nuestra manera ( no lo recomiendo, siempre hay que reflexionar y abrir la mente) pero podemos hacer que de cara a nuestros hijos sea lo menos incoherente posible.
Gracias por la lectura, un abrazo:
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