Tus hijos, el mío, los de la vecina, la hija de tu amiga…TODOS: necesitan ser felices.
Aunque a veces, parece que la sociedad quiera empujarles hacia conseguir completamente lo contrario.
Porque, el no aceptar que los niños necesitan a sus padres para aprender a ser felices y serlo: es un gran error.
Cada uno de nosotros, educamos a nuestros hijos como buenamente podemos y/o sabemos, pero siempre con un objetivo común: su integridad física y emocional. Y esto, conlleva naturalmente, el que sean felices.
Los niños cuando son felices son realmente capaces de vivir la vida que desean.
Cuando están acompañados correctamente, tienen la oportunidad de conocer y experimentar su propia felicidad: se convierten en las personas que realmente quieren ser, y no en las personas que les gustaría a sus padres que fuesen.
Tus hijos, no necesitan bienes materiales para ser felices, ni ser los mejores de clase, ni tirarse a la piscina sin tener miedo, ni hacer la cama cada día, ni comer acelgas…etc.
Los únicos responsables de la felicidad de los hijos: son sus padres…PONTE A ELLO 🙂
Lo que sí necesitan, son una serie de características durante toda su infancia y adolescencia, que solo sus padres, sus modelos a seguir, la base de su estructura familiar, sus figuras de apego…les pueden ofrecer, y además, son los únicos responsables de llevarlas a cabo.
Hoy quiero hablarte de algunas de ellas, y espero que te reconozcas en muchas, y sino, que te sirvan para querer mejorar y avanzar:
- Tiempo contigo y consigo: es necesario y lógico, que tus hijos pasen tiempo contigo. No un tiempo lleno de normas, exigencias, rutinas, conflictos…sino un tiempo de calidad lleno de afecto, cariño, comunicación y serenidad. Un tiempo compartido, sólo para vosotros, un tiempo que no volverá nunca y no se debe desperdiciar. También, necesitan tiempo para estar consigo mismos, que puedan jugar libremente y/o hacer lo que les plazca sin presiones, sin juicios…un tiempo personal. ¿Cuántas veces son los padres los que se quejan porque no tienen tiempo personal?, y no se dan cuenta de que sus hijos, teniendo una edad de descubrimiento y experimentación: tampoco lo tienen. Es imprescindible que tengan este tiempo ( contigo y consigo), diariamente.
- Comprensión: hay que hacer todo lo posible por ponerse en la piel de los hijos. No hay que juzgarles, hay que comprenderles. Tienes que aprender a empatizar con ellos y en vez de pensar o decir: ” qué pesado, siempre llorando por el mismo juguete”. Comprende que es un niño/a y que sus intereses no son los tuyos. Que tus necesidades y las suyas: difieren. Que no es lo mismo ser un niño, que ser un adulto. Ofrece a tus hijos comprensión cada día, que noten y capten que comprendes sus acciones y sentimientos pase lo que pase, sin importarte lo que piensen los demás. Sólo sintiéndose comprendidos, darán alas a su personalidad real.
- Escucha activa: supongo que te gusta que te escuchen cuando hablas, cuando necesitas ser escuchada/o. Pues a los niños también. Parece que a los niños no se les da la importancia que merecen, que no tienen edad para opinar, que no dicen cosas importantes o coherentes…Y es totalmente ERRÓNEO y cruel. A los niños se les debe escuchar atentamente, con sinceridad, sin dramatizar, ni juzgar…simplemente que sientan que son escuchados y que lo que dicen, es igual de importante que aquello que diga cualquier otra persona del hogar.
- Ser tenidos en cuenta: a los hijos hay que prestarles la atención que merecen. Cuando se dice la típica frase de: ” lo hace para llamar la atención”, seguramente es porque no le estás aportando la atención que necesita. Cuando un niño reclama atención: hay que dársela. Por eso, para que se sientan bien y vayan cultivando una buena autoestima, hay que tenerles en cuenta siempre. Los hijos, no por ser los últimos en llegar a nuestra casa, tienen que ser los últimos “monos” y adaptarse al hogar a trancas y barrancas, sin guía ni acompañamiento. Los niños necesitan ser tenidos en cuenta en cada situación y en cada momento, sin sentirse estorbos o los únicos que no tienen ni voz ni voto dentro de su núcleo familiar.
- Libertad de expresión: se suele reprimir o cohibir a los niños cuando expresan sentimientos o emociones. Esto, lo único que hace, es que lleguen a ser adultos que no conozcan sus emociones ni sepan cómo expresarlas ni cuándo. El evitar que lloren cuando lo necesitan, el reñirles si tienen algún miedo para el que consideramos que ya es “mayor”, el distraerles con otra cosa cuando queremos que deje de sentir lo que siente…todas estas cosas, sólo hacen que entorpecer su autoconocimiento y su gestión de las prioridades en la vida. Los niños, deben tener libertad para expresar lo que sienten, independientemente de que como padres, nos guste o no. Lo importante está en cómo acompañar las emociones correctamente y en cómo ayudarles a conocerlas. Nunca evites que tus hijos se expresen.
- Amor: todos los puntos anteriores son fáciles si quieres a tus hijos. Aunque, también te confirmo, que no sólo sirve con amarles profundamente, sino que hay que demostrarlo y no diciendo únicamente “te quieros”, o con regalos y videojuegos…sino con hechos. Dentro de estos hechos, están las características anteriores y tu esfuerzo personal y único por realizarlas con motivación y entrega, diariamente.
En la vida hay adversidades, de eso somos conscientes. Habrán momentos más duros para tus hijos, así como otros inmensamente felices.
El secreto está en estar ahí para ellos en lo bueno y en lo malo.
En acompañarles con el mismo respeto que te gusta que el resto de personas te tengan a ti.
En esforzarte por ser cada vez mejor y darles lo mejor. Porque darle a los hijos lo mejor, no significa ponerles la mejor ropa, darles la comida de la mejor calidad o llevarles al mejor colegio…
Darles lo mejor, es darles lo mejor de ti mismo para que ellos aprendan a ser lo que verdaderamente quieran ser: ellos mismos.
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Besos y ¡feliz día!.
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Fundadora de Edurespeta, Escritora, Especialista en Educación basada en el respeto, la empatía, el acompañamiento emocional®, el amor, la lógica y la evidencia científica, creadora de la Educación Real®, Educadora y Formadora de familias y profesionales.
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