Ella murió cuando yo tenía 12 años y aunque han pasado dieciocho, no la olvido ni nunca lo haré.
Conviví con ella durante largas temporadas, era una persona de las que yo llamo “bonita”, esas a las que le brillan los ojos y disfruta simplemente por el hecho de vivir y compartir con la gente amada.
Ahora sé que me inició en la educación respetuosa y me enseñó muchas cosas, entre ellas, te destaco diez que pueden servirte para educar con respeto a tus hijos, alumnos, nietos, sobrinos, etc. O incluso para relacionarte de manera gratificante con las personas de tu entorno:
- Dar mucho amor y demostrarlo: mi abuela nos transmitía el profundo amor que nos tenía con sus gestos, sus palabras, sus miradas y como no, con sus besos. Besos que sonaban, que apretaban la mejilla, que llenaban, que inundaban de respeto.
- Escuchar: siempre escuchaba, siempre. Aunque le hablaras de los cromos que te habían tocado, del juego del recreo, del sueño de la noche anterior…escuchaba, acompañaba y daba apoyo.
- Hacer reír: buscaba sacarme una sonrisa siempre y disfrutar. La risa tiene unos beneficios estupendos y es importante asegurarnos de que nuestros hijos se rían con nosotros cada día.
- Jugar: nos acompañaba en el juego si no nos apetecía jugar solos, para ella no era una molestia. Recuerdo un programa de radio que hicimos juntas en el que yo la entrevistaba, ese día fue un gran día para nosotras. Además, conservo la grabación y es una verdadera joya. También, nos dejaba jugar libremente si era lo que deseábamos.
- Gritos ausentes: jamás me gritó, a no ser que fuera jugando. Los gritos NO educan, sólo alteran el bienestar familiar y crean estrés y bajan la autoestima en nuestros hijos ( entre otras cosas).
- Aportar serenidad: tranquila, serena, coherente. Intentaba buscar soluciones a los problemas sin perder estas cualidades, y si las perdía, a nosotros, los niños, no nos lo demostraba.
- No pegar:No era partidaria del “cachete”, “ni de la torta”, ni de la violencia en general. La violencia NO enseña ni ayuda JAMÁS, sólo hace daño (físico y emocional) que perdura para siempre.
- Ternura: era tierna, aportaba mimos y delicadeza; comprensión y afecto. Siempre debemos ser tiernos con nuestros hijos.
- Sin castigos: nunca me castigó por haber hecho algo que ella consideraba incorrecto (ni por nada), al contrario: dialogaba, explicaba y reflexionábamos.
- Confianza: confiaba en mi y yo en ella, pienso que es la clave, ella como adulta confiaba en mi siendo una niña y no me juzgaba ni etiquetaba, por tanto, me ponía el camino bien fácil para confiar en ella.
Si sientes que en tu familia queréis empezar a llevar a cabo alguna de las lecciones de mi abuela ¡perfecto!. Te recomiendo que marques un primer objetivo y poco a poco verás que relucen todos los demás. Si empiezas por compartir un rato de juego diario con tus hijos ( sí, aunque llevemos este ritmo frenético ¡se puede! y es necesario), pues genial, verás que proponiéndote de manera cotidiana éste, habrás integrado muchos otros.
Mi abuela se llamaba Pepa y siempre estará presente en mi vida y en la de mis hijos.
Espero que tú también desees que tus hijos te recuerden como una persona bonita.
¡Estamos en contacto!, gracias por tu apoyo:
Fundadora de Edurespeta, Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar