Todos necesitamos ser consolados, todos y en todas las situaciones.
– Cuando nos salta un poco de aceite haciendo pollo a la plancha y tras un ¡ay! nuestra pareja nos pregunta : – ¿ qué te ha pasado, estás bien?.
– Cuando nos despiden del trabajo y el mundo se nos echa encima, nuestras amistades nos apoyan: ¡- Tranquilo, encontrarás algo mejor, ahí no te valoraban!.
– Cuando nos tropezamos con las chanclas de la playa y caemos de “pompis” en plena calle, nuestros hijos nos ayudan a levantar y nos dicen: ¡ – Pero mamá, qué susto!, ¿ -te duele?, ¿- te doy un beso que te cure?.
– Cuando perdemos a un familiar y todo el mundo siente empatía hacia nosotros y nos dan un abrazo fuerte diciendo: – Estoy aquí para lo que necesites, lo siento mucho.
En todas estas ocasiones es un adulto quien lo pasa regular, mal o fatal y siempre ( o en la mayoría de las ocasiones) otros adultos y también los niños, nos ayudan, nos consuelan, nos acompañan.
Entonces, ¿ por qué los niños no tienen derecho a ser consolados?, ¿sea cuál sea la situación o el motivo?.
Este es un asunto que me enfada, me entristece y me indigna a partes iguales. Ya que me parece surrealista e ilógico que se prive a los niños del consuelo.
A veces se cree ERRÓNEAMENTE y de manera casi CRUEL, que los niños cuando se hacen daño, cuando lloran, cuando están tristes, no se les debe consolar para que sepan que no ha pasado nada y que eso está ya superado. Esta manera de hacer, es incorrecta, evita que los niños aprendan a reconocer correctamente sus emociones, comprenderlas y gestionarlas.
Hoy vas a hacer un ejercicio práctico, en el que vas a ponerte en la piel de un niño de 4 años, al que no consuelan en diferentes ocasiones, a ver qué te parece y qué crees que debería ser lo idóneo. Prepárate para leer la mente del pequeño:
- Situación 1 :” Me gusta el parque, me encanta el parque, soy muy feliz en el parque. No entiendo muy bien qué es ser feliz, pero sé que es eso que siento cuando estoy con mis papás.¡Guauuu cómo mola trepar por esta tela de araña gigante!, pero ¿ qué pasa?, ¿ por qué mamá le da mi coche preferido a ese otro niño que no conozco?, ¡no, por favor mami!, tendré que saltar para llegar pronto al niño y que me devuelva mi coche. ¡Zas! oh nooooo, qué daño, tengo que llorar, ¡ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!, mamiiiiiiii, me he hecho pupa, mamiiii, ayúdame, me duele mucho….¿ pero qué hace?, ¿ por qué me mira sonriendo y me dice que me levante que no ha sido nada?, mamiiii me duele, mamiiiii cógeme, dame un beso, ¿ por qué sigue haciendo eso?, no te rías, me duele, necesito que me cuides. Me siento mal, muy mal, ¿ será esto estar triste?, seguiré trepando pero todavía me duele el brazo y quisiera que mi mamá me abrazara, me besara, me cogiera un ratito, me curara el brazo y así continuar jugando tranquilo. Pero no, seguiré trepando con este dolor de brazo y esta sensación…..¿ será realmente tristeza?”.
- Situación 2: ” Creo que como hoy no he salido al parque, voy a utilizar el patinete por el pasillo. Mis papás se empeñan en decirme que no, que por el pasillo no puedo ir con el patinete y me amenazan con tirármelo a la basura…¡pero si es precioso!, ¡ y me divierto con él!, la verdad, no entiendo porqué no quieren que pasee con él por casa, si es chulísimo, (canción inventada por el niño, con melodía incluida): patinete patinete patinete, me encantas patinete, patinete, patinete, llegaremos lejos patineteeeee. ¡¡¡¡¡Toma!!!!!, me he caído, he dado mil vueltas por el suelo, sólo quiero llorar, gritar, qué daño, mi pierna, mi cara, mamá, papá, ayudaaaaaaaaaa. ¿ Pero qué hacen?. ¿ por qué dicen que ya me habían avisado y me dejan solo tirado en el pasillo?, ¿ que me habían dicho el qué?, me duele mucho la pierna, necesito que me cuiden, que me besen, ¿ qué he hecho mal?. Me quedo solo en mi habitación, ¿ dónde estás osito Budy?, ven, abrázame, quiero estar contigo”.
- Situación 3: ” Es un rollo venir a comprar, si no fuera por este carro pequeño que me traen cuando venimos para poder jugar…aunque no sé porqué no puedo correr ni meter todo lo que quiera como hacen mis papis. Guau, es muy chuli dar vueltas con este carro, ¡parece la feria!. Jolín, no me gusta que me digan todo el rato que no puedo hacerlo, ¿ pero por qué?, ellos hacen lo que quieren. Otra vuelta más, ¡es divertido!, ayyyyyy lo veo todo borroso, me he caído, lloro, grito, me duele, ¡tengo sangre!. ¿ Por qué me dan un golpe en el culo?, ¿por qué me hacen daño?, me avisaron dicen, ¿ de qué?, por favor, curarme esto, me duele, mamá bésame, mamá acaríciame, papi abrázame, me duele mucho, llévame a que me curen. Están enfadados ¿ por qué?, deberían estar enfadados con el carrito que me ha hecho daño, no conmigo. Me siento mal, creo que estoy triste y muy enfadado“.
¿ Qué puedes observar en estas 3 situaciones?:
- En la primera, ves a un niño que juega tranquilamente en el parque y su madre decide dejar el coche preferido de su hijo, a otro niño (decisión que no debería haber tomado ella). Su hijo, baja del sitio de juego y se cae. Su madre, no le consuela. Simplemente decide que es mejor dejarle llorar para que vea que no es nada. Ni una mueca, ni una palabra de consuelo, ni un beso: nada. En este caso, hay personas que pensarán que el niño es un “agonías” por tirarse de la tela de araña con tal de que su madre no deje su juguete a otro; otras personas pensarán que no era para tanto, y que para no exagerar el momento, es mejor decirle que no ha pasado nada y que supere la situación. La realidad es que los niños necesitan consuelo SIEMPRE, sea poco daño el que tenga o sea mucho, se haya hecho daño por h o por b, los niños, como todos, siempre necesitan ser consolados y apoyados en un momento difícil ( por muy poca importancia que tenga para nosotros, los adultos, ese momento).
- En la segunda situación, observamos a un niño que se ha caído del patinete. Aquí hay muchas personas que pueden decir: “- Sí, pero sus padres le han avisado de que no fuera por el pasillo”. Da igual, él no entiende porqué por casa no puede ir con el patinete y aunque lo hiciera, se ha hecho daño. DEBE SER CONSOLADO, abrazado y querido. A los niños no se les enseña desde el “rencor”, se les enseña desde el amor. No debemos esperar a que nuestros hijos substituyan su necesidad con un muñeco de apego, nosotros debemos ser su apego. En este caso le consolaremos y le demostraremos que estamos ahí, en todas las situaciones, para ayudarle y respetarle.
- En la última, para empezar, es un rollo para los niños ir comprar, es agobiante. Se aburren y necesitan buscar alguna motivación que les distraiga. Es normal querer divertirse y jugar, tenemos que ser empáticos con esto. Si nuestro hijo se cae, tenemos que tenderle una mano y protegerle, no echarle en cara que se lo habíamos dicho. Porque estas “lógicas” adultas, no se utilizan con los niños. Ellos son lo que son: niños.
Los niños necesitan el consuelo para desarrollarse emocionalmente de manera correcta. Cuando alguien nos consuela estamos sintiendo:
Estabilidad, compañía, amor, reconforte, confianza, apoyo, respeto, sensibilidad, empatía
Y por lo tanto, desarrollamos todas estas capacidades y valores.
Si no nos consuelan, sentimos una sensación de soledad, de tristeza, de desconfianza hacia la persona que está cerca y no nos consuela, que integramos esto como un valor propio. También, nos dificulta el reconocer nuestros propios sentimientos, así como obstaculiza el saber gestionar y utilizar las emociones correctamente. ¿ Esto queremos para nuestros hijos?.
Así que la creencia equivocada que indica que cuando un niño se caiga y su madre, o tía, o abuela, o padre digan: ” – venga levántate que no ha sido nada”; hay que desecharla, y se debe aprender a alentar, aliviar y consolar a los niños.
Los niños no serán más fuertes si no se les consuela, los niños serán más fuertes emocionalmente si, precisamente, disfrutan del consuelo.
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Un beso y gracias por la lectura, recuerda compartir si te ha resultado interesante 🙂
Fundadora de Edurespeta – Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar