Ya sabes que todo lo que yo promuevo, expongo y enseño a integrar, está basado en la evidencia científica.
Los abrazos según la ciencia: estabilizan y/o disminuyen nuestra presión arterial, favorecen que segreguemos oxitocina (la hormona del amor) y con ella experimentamos felicidad, sosiego y confianza en la vida en general, nos ayudan a olvidarnos y relativizar las preocupaciones, nos hacen sentirnos amados, escuchados e importantes, activan y fortalecen el sistema inmune, relajan nuestros músculos, mejoran nuestra autoestima… en definitiva, son positivos para nuestra salud en todos los aspectos de la misma.
Estamos muy acostumbrados a abrazar a los demás, aunque solemos confirmar que lo hacemos poco, muy poco… pero, ¿y a nosotras mismas/os? ¿nos abrazamos?
Es muy importante coger un hábito de autoabrazarnos porque además esto está muy relacionado con el hecho de poder mejorar nuestros niveles de autoestima, así como de seguridad, tranquilidad y confianza. Puedes autoabrazarte en la ducha, cuando sales de la misma o en cualquier momento del día, te abrazas y te dices que te quieres, te amas y que todo lo que haya que superar y/o enfrentar en la vida, lo vais a hacer juntos, tu cuerpo y tú.
Puede sonar algo extraño pero te aseguro que a la práctica es intensamente gratificante, quiérete para poder querer, abrázate para abrazar a tus hijos/as y/o a las personas que amas de manera usual, sin miedos ni tapujos, de manera incondicional.
Aprovecha este autoaprendizaje para integrar el hábito de abrazar sincera y amorosamente a tus hijos e hijas entre 8 y 10 veces al día, con todo tu corazón, para poder retroalimentaros de los beneficios de los brazos y para estrechar vuestro vínculo, confianza y comunicación.
Te será muy fácil conseguirlo una vez hayas aprendido a quererte y a abrazarte.
Ya me contarás cómo te va una vez lo pongas en práctica.
Un gran abrazo y muchas gracias por todo.
Fundadora de Edurespeta, Educadora Experta en Educación Respetuosa, Asesora Familiar y Escritora.
©