Espero que este año te propusieras como objetivo el educar a tus hijos con el respeto que merecen: sin anteponer tus intereses a los suyos, sin gritar ni castigar, sin dejar que la ira te domine, dialogando, con amor y empatía, etc. Y que lo estés intentando a pesar de los obstáculos 🙂
Muchas familias están absolutamente desesperadas porque sus hijos “no les hacen caso“. Cuando me preguntan sobre esto yo les digo: ¿ – y por qué tendrían que hacéroslo?.
Estamos tan acostumbrados a que las relaciones con los hijos se basen en órdenes y normas, que no nos damos cuenta de que la relación padre-hijo no es la misma que teniente-soldado.
Los padres no debemos dar órdenes y esperar que nuestros hijos las sigan, la educación para una vida adulta plena y libre, no funciona así.
Casi siempre se confunde instruir con educar. Instruir, tal y como indica su definición oficial, hace referencia a comunicar sistemáticamente ideas, conforme a unas reglas. Es decir, meter en la cabeza de las personas reglas impuestas y cerradas y de las que quien las escucha, no tiene ni voz ni voto. Esto no es educar.
Educar, se basa en desarrollar la parte intelectual, social y moral de una persona. Es decir, guiarle por el camino, acompañarle, sin imponer, sin mandar…Sino ayudarle a desarrollar su potencial, sus gustos y sus objetivos, sin meter de manera vacía contenidos y reglas con intereses adultos.
Bien, teniendo esto claro, ya sabes que el objetivo que tienes que tener con tus hijos, no es el de que “te hagan caso”,sino el que les eduques para que lleguen a ser los adultos que todos quisiéramos ser y que queremos que sean: libres de cualquier carga emocional, teniendo respeto por sí mismos y por los demás.
Como padres, debemos enseñarles la diferencia entre el bien y el mal y a que sepan tomar sus propias decisiones. Por lo tanto, si les instruimos y lo que queremos es que nos hagan caso sin más, no vamos por el camino correcto.
Cuando pido ejemplos a las familias sobre el qué les hace pensar que no les hacen caso, me dicen cosas tales como:
- Le digo que se lave los dientes y nunca quiere, es una lucha. ( niña de 5 años)
- No le gusta ordenar su habitación, siempre es una pelea. ( niño de 9 años)
- Jamás quiere hacer los deberes.( niño de 10 años)
- Cuando quiero que juegue no juega, y cuando no quiero, juega. ( niña de 4 años)
- Si le decimos que se ha acabado la tele, llora sin parar. ( niño de 8 años)
- Nunca quiere ir a comprar a un centro comercial. ( niña de 10 años)
- Etc.
Revisando lo que dicen, me doy cuenta de que los padres dicen ” no me hace caso”, cuando en realidad quieren decir “no hace lo que yo quiero, en el momento que yo quiero“.
Si esto te suena, puede que tu hijo y tú os encontréis en alguna de estas dos situaciones:
- Que él todavía sea pequeño: por tanto, se está conociendo a sí mismo y a su libertad, y empezando a pedir y perseverar por lo que cree que es bueno para él. En este caso, debemos guiarle hacia lo que creemos que es mejor con mucha delicadeza, empatía y respeto. Apuesto a que si ahora mismo pudieras tener entre tus brazos a un precioso unicornio blanco, pequeñito, que fuera increíble pero cierto…lo tratarías con todo el amor del mundo, le harías saber que estás ahí, entendiendo sus emociones ante la estupefacción de verlo descubrir un mundo nuevo. Bien, piensa en ese unicornio cuando pienses que tu hijo “No te hace caso” y trátale del mismo modo, porque así merece ser tratado. Ten en cuenta que es normal y muy positivo, que tu hijo luche por sus propias ideas y no se rinda a la primera de cambio.
- Que vuestra relación lleve desde siempre basada en una educación instructiva y poco respetuosa: eso quiere decir que habéis educado a vuestro hijo como la sociedad “marca” e imponiendo normas, castigos, premios, amenazas, inagotables rutinas, etc. Cuando ocurre esto, la relación madre/padre-hijo se deteriora mucho y se empiezan a notar las particularidades y consecuencias de una relación basada en la obediencia ciega. En la mayoría de ocasiones, los niños ya más mayores ( 8-12 años) no saben gestionar bien sus emociones, no saben diferenciar el bien del mal...porque se ha abusado de normas y de reglas sin sentido con ellos, no se han escuchado sus intereses, no se les ha tenido en cuenta, no se les han explicado las cosas desde el respeto, etc. No es tarde para empezar de cero, siempre se puede reflexionar y reiniciar la relación desde el respeto y el entendimiento. Haciendo esto, la relación se destensará y los niños poco a poco van viendo realmente qué importa y qué no, qué es bueno y qué malo y comienzan a gestionar correctamente sus emociones y a sentirse comprendidos. Es un proceso, sí, pero sobretodo hay que querer hacerlo con seguridad y sabiendo que es lo mejor para tus hijos y para tu familia. Los niños son muy agradecidos y empáticos, rápidamente empiezan a adaptarse a la nueva situación en donde se les escucha tanto en lo bueno como en lo malo y se observan pronto los cambios en la relación con su familia y con los demás.
Por tanto, que tu hijo no te haga caso, no es malo en absoluto. Significa que lucha por lo que quiere, y lo más importante radica en cómo gestionéis en casa estas situaciones: con respeto, empatía, acompañamiento, libertad, relativizando cada situación, etc.
Si te hace caso en todo ( o en la mayor parte) y actúa como un soldado al que han metido normas e ideas que debe imitar como si viviera con el “Führer” en vez de con su familia; deberás plantearte un cambio radical en tu forma de educar. Recuerda que los niños son lo que oyen,ven y sienten. Tienes en tus manos su personalidad y su felicidad futuras.
Por favor, antes de frustrarte porque tu hijo no te hace caso o no hace lo que quieres, piensa en lo que acabas de leer y en los pasos que debes seguir para avanzar y mejorar. Si tienes dudas o consultas, puedes enviarme un correo electrónico a: tania@edurespeta.com
Un beso y gracias:
Fundadora de Edurespeta, Escritora, Especialista en Educación basada en el respeto, la coherencia y la evidencia científica, Educadora, y Asesora – Formadora de familias y profesionales.