Son muchos los padres que hablan conmigo preocupados por la gran cantidad de palabrotas que dicen sus hijos.
Parece que cuando son más pequeños no se tiene tan en cuenta el que verbalicen este tipo de palabras porque hace gracia escuchar palabras “de adultos” en los niños pequeños. Y esto,se va dejando hasta el punto que cuando son más mayores ( de los 6 a los 12 años aproximadamente) las dicen de manera automática incluyéndolas en su lenguaje cotidiano. Y es aquí, cuando los padres empiezan a asustarse por la utilización que les dan a las palabrotas (que suele ser para expresar enfados o para defenderse) o lo que es peor, a enfadarse con sus hijos.
Lógicamente, no es lo mismo una palabrota expresada por un niño pequeño que por un chaval de quince o dieciséis años, ya que seguramente el objetivo es diferente y la estrategia, distinta. Pero esto es como cualquier cosa, todos somos diferentes y cada edad tiene sus etapas.
Las palabrotas no dejan de ser palabras mal sonantes que se utilizan para expresar el estado de ánimo en el que nos encontramos (que suele ser negativo) así como nuestro enojo. El nivel de gravedad de decir estas palabras depende de cada familia, en algunas un “tonto” provoca que estén muy disgustados con el niño, y en otras este mismo “tonto” no significa nada relevante como para llamarle la atención. De un modo u otro, siempre tenemos que observar si se esconde detrás de cada palabrota un sentimiento o una sensación que necesitan exteriorizar.
Bien, te comento unos cuantos consejos prácticos que te ayudarán a frenar las palabrotas y “limpiar” el lenguaje de tus hijos, si es que realmente lo consideras un problema:
- Empatía.Esta característica, es la reina absoluta de la educación respetuosa. Naturalmente, lo primero que hay que hacer cuando nuestro hijo o hija dice una palabrota es ponernos en su lugar e intentar entender porqué la ha dicho y qué es lo que está sintiendo para expresarse así.
- Somos espejos. Es bastante improbable que nuestros hijos dejen de decir palabrotas, o no las hayan dicho nunca, cuando en casa decimos palabrotas con mucha frecuencia (incluso con poca). Es evidente que cuando ellos se van haciendo mayores, escuchan palabrotas en muchos contextos (colegio, compañeros, televisión, por la calle…), pero si nosotros que somos sus padres no decimos palabrotas que somos su mayor ejemplo a seguir, ellos no las dirán.Y en ello debemos trabajar.
- No reírnos.Si ya hemos hablado con ellos de manera relajada y les hemos explicado en varias ocasiones el porqué no se deben decir palabrotas y cómo lo gestionaremos en casa, es totalmente incoherente que nos riamos cuando a ellos se les escapa alguna u otra persona de nuestro entorno se expresa de esta manera y nos hace gracia y reímos abiertamente.
- Inventar palabras nuevas: es un ejercicio muy creativo y gratificante para realizar con nuestros hijos, ellos se lo pasan pipa además de utilizar su amplia imaginación y estar en compañía de sus padres. Se trata de substituir las palabrotas por otras palabras inventadas y que sirvan para expresar ese mismo enfado o frustración que expresaban con la palabrota. Poco a poco se irán extinguiendo tanto unas como otras. Este juego, también lo puedes hacer por diversión, no hace falta que hayan palabrotas de por medio.
Estos consejos son fáciles de llevar a cabo, aunque pongo mayor énfasis en los dos primeros, en los que el claro ejemplo y la comprensión como padres hacen que nuestros hijos se sientan queridos, respetados y acompañados en las diferentes situaciones que vayan pasando en su vida.
Ya sabes que puedes consultarme dudas al respecto en el correo: tania@edurespeta.com, o si quieres un seguimiento más personalizado, puedes informarte de la Formación Intensiva Edurespeta, empezamos la tercera promoción en octubre 🙂
Si te apetece, puedes explicarme en los comentarios anécdotas graciosas que hayas pasado con tus hijos y las palabrotas , hay que aprender siempre con buen humor 😉
Sin más, gracias por estar ahí y ¡por seguir mis consejos!, un beso:
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Fundadora de Edurespeta, Escritora, Especialista en Educación basada en el respeto, la empatía, el acompañamiento, la lógica y la evidencia científica, creadora de la Educación Real®, Educadora, y Asesora – Formadora de familias y profesionales
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